domingo, 15 de noviembre de 2009

SEMANA DE LA CIENCIA EN MADRID



Con motivo de la Semana de la Ciencia, que se celebra en Madrid hasta el día 22 de noviembre, tuvimos la oportunidad de visitar los laboratorios de la Facultad de Educación de la UCM. Allí pudimos disfrutar de una experimentada profesora de Química, Doña Manuela Martín Sánchez. Tuvimos la suerte de sorprendernos con las experiencias y a la vez de aprender que la ciencia está en cada momento del día; los chicos colaboraron en experimentos que se pueden hacer en cualquier laboratorio escolar. Fue sorprendente la reacción de Quimioluminiscencia, donde se producía luz. Observamos la actividad de los metales, vimos "bailar" el sodio en agua e incluso pusimos en marcha un reloj con la construcción de una pila.



Por otra parte, en el laboratorio de biología, a través de la microscopía, los chicos observaron el mundo mínimo, desde las hifas hasta las gotas de resina del ciprés.

Fue una mañana dedicada a la observación y los chicos disfrutaron con la ciencia.





Seguiremos con nuestro compromiso de acercar la ciencia a la vida cotidiana.


sábado, 7 de noviembre de 2009

San Alberto Magno, patrón de los químicos





Con motivo de la SEMANA DE LA CIENCIA, que se celebrará del 16 al 20 de noviembre, quiero daros a conocer a nuestro patrón. Cuando yo estudiaba en la facultad, la festividad de San Alberto se celebraba (15 noviembre) con gran ilusión, no había clase, y se organizaba una multitudinaria fiesta (la fiesta de los albertos). Como recuerdo y dedicado a todos mis compañeros químicos, os acerco a la prolífica vida científica de nuestro patrón.

!FELIZ SAN ALBERTO!



Alberto( etimológicamente, de buena familia) nació en Alemania en 1206. Era de familia rica y de importancia en el gobierno y en la alta sociedad. Su padre era Conde, o sea gobernador de la región. Estudió en la Universidad de Padua. Allí se encontró con el más grande pescador de vocaciones, el beato Jordán de Sajonia, sucesor de Santo Domingo, y aunque el padre de Alberto se oponía a que su hijo se hiciera religioso, sin embargo la personalidad de Jordán fue tan impresionante para él, que dejó todo su futuro de hacendado, político y hombre de mundo, y entró de religioso con los Padres Dominicos.

Él mismo contaba que de joven le costaban los estudios y por eso una noche dispuso huir del colegio donde estudiaba.

Dedicó, casi ochenta años, a poner al alcance de los medievales la ciencia acumulada hasta entonces por los griegos y por sus discípulos los árabes y judíos, traducida al latín en Toledo, Nápoles, Salerno y Ripoll. Los restos de San Alberto reposan en la iglesia de San Andrés situada a pocos metros de la catedral de Colonia.

Escribió de todo, porque disfrutaba haciéndolo. Y así su producción literaria adquirió unas proporciones no superadas por nadie: 38 gruesos volúmenes en la edición de Borgnet (Paris 1890-1899). ¡Ciento cincuenta años! han calculado los investigadores del Instituto Albertino (Bonn) que tardarán en terminar la edición crítica de sus escritos. Entre las obras albertinas se cuentan tratados de lógica, metafísica, matemáticas, física y química, medicina y astronomía, fisiología animal, filosofía y teología, y comentario a los antiguos, sin excluir varios ensayos sobre saberes prácticos, como un manual del perfecto jardinero.

Fue tan pulcro en sus descripciones, y tan deseoso de que sus experiencias pudieran ser útiles a la posteridad, que todavía hoy, al cabo de tantos siglos, es posible reproducir en un laboratorio sus técnicas químicas.

San Alberto es Magno por la grandeza de su espíritu. Era un hombre abierto a lo universal; escritor y profesor incansable. Como naturalista era un hombre de vocación analítica y observador nato. En sus obras destacan afirmaciones talas como: "Yo lo observé" "Yo hice el experimento".

Pero es preciso destacar que San Alberto estudia, investiga, por eso utiliza tanto las Ciencias Naturales, Biología, Botánica, Química, Zoología, Arqueología, como la Filosofía y la Teología.

En Colonia, en París y en varias otras universidades fue profesor brillantísimo y de muchas naciones iban estudiantes a escuchar sus clases. Él tuvo el mérito de haber separado la teología de la filosofía, y preparó el material que habría de usar Santo Tomás para su genial síntesis, que Alberto conoció y defendió, pero que nunca llegó a comprender.

No es fácil destacar aspectos del saber científico en que San Alberto haya aportado verdaderas novedades. Fue fundamentalmente un recopilador, un curioso de la especulación, un apasionado de la naturaleza y de la cultura antigua. En algunas disciplinas, su obra no pasa de ser, después de setecientos años, un momento histórico del progreso científico.

En 1.279 se debilita física y mentalmente. Ese mismo año redacta su testamento y muere, con serenidad y paz, sobre su mesa de trabajo. Era el 15 de noviembre de1.280.

Fue canonizado por Pio Xl el 16 de diciembre de 1.931. Pio XII, en 1.941, lo declara Patrono de los científicos.