Fátima recuerda su ciudad; está empeñada en volver a ver sus paisajes, por siempre soñados. Volverá a oler el azahar de los patios y los jazmines que, todas las mañanas se recogían para envolver con su perfume el gran salón de la casa.
Las fuentes, cantarinas, regalarán sus frescas gotas y, el tintineo del mármol sonará como la melodía que escuchaba en las canciones que sus antepasados cantaban a los niños de la casa.
La
Umma le contaba, que los olores y sabores de las suculentas comidas, eran inventados cada día;la música, en las calurosas noches de agosto, se veían acompañadas del aire de la sierra; toda esta ensoñación le animaba a emprender el largo viaje.